Tres... Y vino a ocurrir que un hombre que vendía camisas fue azotado por tiempos adversos. Ninguna de sus mercancías hallaba comprador ni el prosperaba.
Y el hombre oraba y gemía:
- Señor, ¿por que me haces sufrir de este modo? Todos mis enemigos venden su genero menos yo. Y estamos en plena temporada. Mis camisas son buenas. Mira la calidad de este rayón. Conseguí cuellos abrochados, cuellos de fantasía, pero nada se vende. Y no obstante he observado tus mandamientos. ¿Por que no podré yo ganarme la vida cuando mi hermano menor se esta forrando con su “pret a porter” para niños?
Y el Señor escuchó al hombre y dijo:
- Acerca de tus camisas...
- Si, Señor -exclamó el hombre, cayendo de rodillas.
- Ponles un cocodrilo en el bolsillo.
- ¿Cómo dices, Señor?
- Haz lo que te estoy diciendo. No te arrepentirás.
Y el hombre cosió en todas sus camisas un pequeño símbolo que representaba a un cocodrilo y he aquí y a ojos vista que su mercadería se vendió de improviso como rosquillas, y fue un gran regocijo, mientras que entre sus enemigos era el llanto y el crujir de dientes, y uno de ellos exclamó:
- El Señor es misericordioso. Me ha hecho yacer en verdes praderas. El problema es que ahora no se cómo levantarme.
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