Creemos que no siempre habrá oscuridad para las personas que ahora están en angustia y aflicción a causa de la marginación, la injusticia, la discriminación, el estigma del sida, u otra enfermedad.
Creemos que no siempre las personas vivirán enemistadas y separadas por odios o rencores, por diferencias culturales o ideológicas, por su condición social o económica, por credos, razas u opciones sexuales.
Creemos que las puertas no siempre permanecerán cerradas a la vida, que caerán los muros que encierran la libertad y la dignidad, y que se superará toda forma de violencia y opresión.
Creemos que no siempre habrá mesas vacías y mesas de opulencia, porque la mesa de la creación es para todos, porque los frutos de la tierra son riqueza común que debe ser compartida en equidad.
Creemos que el agua ya no será contaminada y será suficiente y saciará toda sed. Creemos que nadie se apropiará de los ríos y nadie cercará los manantiales, que nuestros hielos seguirán siendo eternos y la lluvia sagrada bendición.
Creemos que algún día el lobo ya no querrá matar al cordero y que las criaturas podrán jugar sin miedo a las serpientes del abuso, del engaño, del abandono, del secuestro, de la desnutrición, de la indiferencia.
Creemos que una tierra libre y justa, en la que sea posible convivir en armonía, en la que haya espacio y oportunidades para cada persona no es un lejano sueño sino una cercana realidad.
Creemos que otro mundo es posible.
Porque Cristo vino al mundo para hacerlo nuevo.
Creemos que no siempre las personas vivirán enemistadas y separadas por odios o rencores, por diferencias culturales o ideológicas, por su condición social o económica, por credos, razas u opciones sexuales.
Creemos que las puertas no siempre permanecerán cerradas a la vida, que caerán los muros que encierran la libertad y la dignidad, y que se superará toda forma de violencia y opresión.
Creemos que no siempre habrá mesas vacías y mesas de opulencia, porque la mesa de la creación es para todos, porque los frutos de la tierra son riqueza común que debe ser compartida en equidad.
Creemos que el agua ya no será contaminada y será suficiente y saciará toda sed. Creemos que nadie se apropiará de los ríos y nadie cercará los manantiales, que nuestros hielos seguirán siendo eternos y la lluvia sagrada bendición.
Creemos que algún día el lobo ya no querrá matar al cordero y que las criaturas podrán jugar sin miedo a las serpientes del abuso, del engaño, del abandono, del secuestro, de la desnutrición, de la indiferencia.
Creemos que una tierra libre y justa, en la que sea posible convivir en armonía, en la que haya espacio y oportunidades para cada persona no es un lejano sueño sino una cercana realidad.
Creemos que otro mundo es posible.
Porque Cristo vino al mundo para hacerlo nuevo.
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