El abajo firmante hizo la ceja
como una conejita de playboy
alérgica a la niña de Rajoy,
tan rancia, tan metódica, tan vieja.
El abajo firmante anda en la inopia.
A cuenta de la obscena realidad
no miente si maquilla la verdad
y cuando olvida es en defensa propia.
El abajo firmante necesita
volver a deshojar la margarita
del sí, del no, del cómo, del depende.
El abajo firmante, a duras penas,
procura sacudirse las cadenas
que esposan al que compra y al que vende.
El abajo firmante es un pardillo.
Aunque sangre a pedazos por la herida
nunca da la batalla por perdida,
no en vano debutó de monaguillo.
Licenciado en encaje de bolillos,
doctor en madrugadas desabridas,
con un máster en cosas de la vida
sección aquí te mato, aquí te pillo.
Hace tanto, cuando era tan pequeño,
el abajo firmante tuvo el sueño
de rimar con los sueños de la gente.
El abajo firmante, escarmentado
de tanto traficar con el pecado,
se declara culpable e inocente.
Joaquin Sabina
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