El primer mandamiento es amar a Dios. Lo cual supone recibir a Dios mismo como Dios. Y Dios es Amor. Amor al hombre, entrega al hombre, bien y salvación para el hombre. Así de simple: en el mismo Dios está el amor al otro; en el mismo vivir de Dios está la dinámica de la entrega al otro; en el mismo servicio a Dios está el servicio al otro. Porque Dios es entrega de amor.
Así de simple, así de bonito, así de único, así de liberador. Amar, amar, amar. Amar a Dios en el hombre y amar al hombre en Dios. Todo está englobado aquí. Esta es la voluntad de Dios y este es su precepto. Este es el primero, el segundo y el décimo; todos.
Cuando se pierde el amor –y muchos lo hemos perdido– deja de tener unidad nuestra vida y nos perdemos en mil mandamientos sin importancia ni sentido. Nos entretenemos y nos engañamos jugando con preceptos que son incapaces de darnos ni una chispa de vida. El amor es el decálogo, Moisés, los profetas, el evangelio, la doctrina de la Iglesia, los mandamientos, el código de derecho canónico. Que no nos engañe nadie. No nos equivoquemos.
Jesús Burgaleta
Así de simple, así de bonito, así de único, así de liberador. Amar, amar, amar. Amar a Dios en el hombre y amar al hombre en Dios. Todo está englobado aquí. Esta es la voluntad de Dios y este es su precepto. Este es el primero, el segundo y el décimo; todos.
Cuando se pierde el amor –y muchos lo hemos perdido– deja de tener unidad nuestra vida y nos perdemos en mil mandamientos sin importancia ni sentido. Nos entretenemos y nos engañamos jugando con preceptos que son incapaces de darnos ni una chispa de vida. El amor es el decálogo, Moisés, los profetas, el evangelio, la doctrina de la Iglesia, los mandamientos, el código de derecho canónico. Que no nos engañe nadie. No nos equivoquemos.
Jesús Burgaleta
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