A veces uno quiere volver a ser como un niño, acunado por unos brazos que dén seguridad, desvalido y, sin embargo, seguro. Sin responsabilidades, sin horarios, sin exigencias, sin comeduras de tarro.
Dispuesto a hacer muchas preguntas porque sabes que la respuesta está fuera. A veces quieres reposar, aparcando por un rato proyectos, estudios, tareas, retos… y dejarte cuidar por un rato.
Que a veces es demasiada la insistencia en lo propio: Autoestima, autorrealización, autosuficiencia, autoayuda… Y mira, que no, que por más que uno se empeñe, hay una independencia que termina convirtiéndonos en islas. “Es que hay que ser autónomo, independiente…” dirán algunas voces…
¿Para qué? ¿Para no necesitar a nadie? ¿Para que no te hieran? ¿Para valerte por ti mismo? ¿Para estar siempre en control? Pero, ¿no es esa la puerta más directa a la soledad? Necesitamos confiar, apoyarnos en otros, pedir, mostrarnos vulnerables, compartir las cargas y aprender el amor.
También necesitamos a Dios. Te necesitamos. Tu palabra, tu latir muy dentro, el sentimiento que alguna vez provocas. Necesitamos sentir que Tú, que nos conoces, nos quieres.
Necesitamos tu espíritu que ponga la fuerza, el coraje y la pasión en nuestra vida. Necesitamos tu llamada para ponernos en marcha. Tu amistad para seguirte. Tu aliento para cargar con las cruces de la vida. Tu alegría para reír. Tu amor para salir de los sepulcros. Tu intimidad para creer.
Pastoral SJ
Dispuesto a hacer muchas preguntas porque sabes que la respuesta está fuera. A veces quieres reposar, aparcando por un rato proyectos, estudios, tareas, retos… y dejarte cuidar por un rato.
Que a veces es demasiada la insistencia en lo propio: Autoestima, autorrealización, autosuficiencia, autoayuda… Y mira, que no, que por más que uno se empeñe, hay una independencia que termina convirtiéndonos en islas. “Es que hay que ser autónomo, independiente…” dirán algunas voces…
¿Para qué? ¿Para no necesitar a nadie? ¿Para que no te hieran? ¿Para valerte por ti mismo? ¿Para estar siempre en control? Pero, ¿no es esa la puerta más directa a la soledad? Necesitamos confiar, apoyarnos en otros, pedir, mostrarnos vulnerables, compartir las cargas y aprender el amor.
También necesitamos a Dios. Te necesitamos. Tu palabra, tu latir muy dentro, el sentimiento que alguna vez provocas. Necesitamos sentir que Tú, que nos conoces, nos quieres.
Necesitamos tu espíritu que ponga la fuerza, el coraje y la pasión en nuestra vida. Necesitamos tu llamada para ponernos en marcha. Tu amistad para seguirte. Tu aliento para cargar con las cruces de la vida. Tu alegría para reír. Tu amor para salir de los sepulcros. Tu intimidad para creer.
Pastoral SJ
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