domingo, 22 de agosto de 2010

Segovia


Segovia, construida sobre un arriscado peñón calizo que supera los 1.000 metros de altitud, se recorta en el terso azul del cielo de Castilla el que dibuja una sugerente silueta que desde el siglo XVI, cuando lo hiciera Garci Ruiz de Castro, su primer historiador, se ha venido comparando con la de un navío pétreo que parece esperar a que los dos ríos que confluyen a sus pies, Eresma y Clamores, inunden el valle para echarse a navegar hacia el dilatado mar de mieses de la meseta.
Ciudad para ver despacio y a la que volver, Segovia, ha recibido todos los reconocimientos oficiales por su riqueza artística y monumental, por la transparencia de su luz, por la diafanidad de la atmósfera que la envuelve y por la frondosidad del arbolado que la rodea y que, al contrastar fuertemente con los ocres de la lastra reseca, la exalta como un oasis de verdor.

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