Cada vida es única, diferente. Cada persona es un mundo. Y cada uno de nosotros somos un milagro. Cada uno tenemos la oportunidad de elegir: Qué queremos hacer. Cómo vivir. Qué valores sostener, y qué metas perseguir.
No es fácil encontrar las respuestas, y la mayor parte del tiempo la viviremos en búsqueda, pero está bien intentarlo. Y si, al hacerlo, vamos encontrando nuestro propio camino, único, distinto, propio y genial, entonces, ¿qué más podemos pedir?
No es fácil encontrar las respuestas, y la mayor parte del tiempo la viviremos en búsqueda, pero está bien intentarlo. Y si, al hacerlo, vamos encontrando nuestro propio camino, único, distinto, propio y genial, entonces, ¿qué más podemos pedir?
PREFERENCIAS
Ni las cumbres sublimes ni los ríos
que no han sido ensuciados por los hombres;
ni los palacios ni las blancas ruinas
de los templos antiguos, ni los dioses
de mármol o bronce, iguales todos,
ni la alada victoria ni un bugatti,
y menos aún la música y el baile,
con sus amanerados sacerdotes:
ninguna de esas cosas y de otras
tan admiradas por los más sensibles
y que tienen que ver con el buen gusto
me proporciona una emoción profunda.
Si acaso, los hangares en desuso,
las estaciones fuera de servicio,
el laberinto de las fundiciones,
el brumoso extrarradio, un descampado
en el que sólo puede comprenderse
la perpleja tristeza de los hombres,
y los ríos que arrastran su miseria,
oscuros, majestuosos y solemnes,
y las descomunales escombreras.
Andrés Trapiello
Publicado en Pastoralsj.org
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