Tu hijo ya es un niño de 21 meses. Se acerca a los dos añitos a pasos agigantados y tú te preguntas cuándo ha pasado todo este tiempo y cómo es posible que se haya hecho tan mayor...
CRECIMIENTO Y DESARROLLO
¿Cuáles son los progresos de tu hijo a esta edad? Los cinco sentidos se están refinando cada vez más: su vista se perfecciona progresivamente, aunque, por sí sola, no es suficiente para conocer lo que le rodea. Necesita “tocar con la mano”, teniendo en cuenta también que su sensibilidad táctil se ha desarrollado notablemente, tanto que sabe reconocer las características de superficies y materiales distintos. Por lo que respecta al oído, es capaz de percibir incluso los sonidos más leves, así como intuir de dónde proceden.
ALIMENTACIÓN Y SUEÑO
Hablemos de la siesta. En general, hasta los tres años, el niño siente la necesidad de hacer la siesta, y duerme una o dos horas por la tarde. Pasada esta edad, algunos pequeños renuncian inmediatamente y otros siguen necesitando dormir una siesta hasta los seis años. Sin embargo, aunque no duerma, una vez al día, es aconsejable que el niño permanezca en su cama o en un sitio cómodo, donde pueda tumbarse un rato y jugar de forma tranquila.
Para lograr que el hábito del descanso forme parte de la rutina diaria del niño, es importante crear una atmósfera que lo facilite y que consiga que tanto su cuerpo como su mente descansen.
CUIDADOS Y BIENESTAR
En el tema de la seguridad en casa, veamos otra pequeña, pero importante precaución. Hasta que sea un poco mayorcito, renuncia a los objetos de decoración de los muebles que tanto te gustan, porque, normalmente, también son del agrado de tu hijo, que está deseando cogerlos para examinarlos, con el consiguiente riesgo de tirárselos encima o, en el mejor de los casos, romperlos. Haz desaparecer de su alcance las cerillas, los encendedores, los cigarrillos y los ceniceros con colillas (la tentación de imitar a los fumadores podría causarle daños serios). Guarda las bebidas alcohólicas bajo llave, puesto que son altamente tóxicas para los niños. Procura que las plantas estén protegidas: podría tirárselas encima o, impulsado por su pasión herbívora, probar las hojas de algunas plantas que, lejos de ser apetitosas, pueden resultar extremadamente tóxicas. Por otro lado, instala protecciones en todas las superficies angulosas, para que el niño no se haga daño si se golpea.
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