Diría al más pobre de los hombres,
al más enfermo, al más desheredado:
Éste es el comienzo de una fábula feliz.
Pondría en sus manos las conchas más frescas
del mar; en sus hombros,
una rama en flor;
en la boca, una espiga de trigo maduro.
Nos callaríamos para escuchar una historia
que cuenta la sangre.
Le diría: - Aquí tienes la fuente donde beber.
Le diría: - La tierra es rica
y el hombre es hijo de la tierra.
Podría leer en mis ojos
lo solidarios que somos.
También le diría: - Hermano mendigo,
tira el dinero que te dan.
Extiende las manos
y recibe el óbolo insigne
de un campo de oro donde tiemblan las espigas,
de un cielo tachonado de estrellas,
de una ola del mar fresca y llena de peces.
Para el que quiere, el mundo está ahí.
Armand Bernier, La familia Humana
No hay comentarios:
Publicar un comentario