De abc.es
El 5 de junio de 1984 salió al mercado una de las obras más contradictorias de Bruce Springsteen. Porque lo que era una denuncia de la situación de la clase trabajadora en Estados Unidos tras la revolución neoconservadora liderada por Ronald Reagan, se convirtió en un icono precisamente de ese sector de la población que estaba a favor del desmantelamiento de la sociedad del bienestar. Un equívoco que duró algunos años.
Pero no hay duda de que «Born in the USA» fue el álbum que convirtió al «Boss» en la gran estrella que es hoy. Desde ese momento se dedicó a irrumpir en los estadios de medio mundo y no se ha bajado aún de ellos. Nada menos que siete de sus canciones entraron en el top diez de las listas estadounidenses, y vendió más diez millones de copias.
Algunos de estos temas se han convertido en permanentes en su repertorio en directo, como «Dancing in the Dark», «Glory Days» o «No Surrender» (incluida gracias a las presiones de Steve Van Zandt). Fue precisamente la canción que da título al álbum la que fue acogida como un himno al orgullo patrio, cuando en realidad hablaba de las trágicas consecuencias de la guerra de Vietnam para sus excombatientes. El Partido Republicano intentó utilizarla para la campaña presidencial de 1984, pero obtuvo la lógica negativa de Springsteen. Es lo que ocurre cuando solo se escucha el estribillo. También la marca Chrysler se encontró con su rechazo para utilizar la misma melodía.
A lo largo de su carrera, el curtido hombre de Nueva Jersey ha compaginado discos más o menos acústicos con bombazos de rock. En esta ocasión se trataba de una vuelta a la zona épica y a la E Street Band tras el zambullido folk de «Nebraska» (1982). Sin embargo, mantenía el espíritu pesimista y crítico de éste, armado con el poderoso apoyo de su banda.
Era el retrato de la pesadilla en que se había convertido el sueño americano. La famosa portada fue obra de la no menos célebre fotógrafa Annie Leibovitz: el atuendo de un trabajador de clase obrera frente a una desenfocada bandera. Algo que fue también podía interprertarse como la apoteosis de la raza americana: fuerte, ruda, satisfecha con sus colores.
«Born in the USA» no gustó a todo el mundo. Para algunos representaba el abandono de su faceta más intensa e interesante en beneficio de la comercialidad. Los estribillos se hacían pegadizos, y la descomunal discografía que atesoraba hasta el momento, con «Born to Run» y «The River» en la mochila, dejaban en un lugar secundario este salto hacia las multitudes.
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