viernes, 27 de junio de 2008

Hurricane

Hoy dedicado al pequeño Anónimo Chuck, que mañana se marcha a Avila a ver actuar a una leyenda viva, al Sr. Bob Dylan. Como homenaje el video, con subtitulos de una de mis canciones favoritas, y la letra traducida, la historia de Rubin "Huracan" Carter.

Disparos resuenan de noche en el bar, llega Patty Valentine desde el piso de arriba. Ve al encargado en un charco de sangre, grita; “Dios mío, los han matado a todos”. Esta es la historia de Huracán. El hombre al que las autoridades culparon, de algo que nunca hizo. Lo pusieron en una celda, pero él pudo haber sido el campeón del mundo.

Tres cuerpos allí tirados Patty ve, y a otro hombre llamado Bello, andando por allí misteriosamente, “yo no lo hice”, dice él y levanta las manos, “estaba solamente robando la caja, espero que me comprendan, los vi irse” dice, y se detiene, “uno de nosotros ha de llamar a la poli", Patty les llama, y entran en escena con sus luces rojas centelleando en la caliente noche de New Jersey.

Mientras tanto, muy lejos, en otra parte de la ciudad Rubin Carter y un par de amigos van conduciendo por allí. El contendiente número uno para la corona de los pesos medios. No tenía ni idea de la clase de mierda que le iba a caer, cuando un poli lo empujó a un lado del camino, como la vez anterior y la vez anterior a esa. En Paterson así es como son las cosas, si eres negro es mejor que no salgas a la calle a menos que quieras caldear el ambiente.

Alfred Bello tenía un socio y éste tenía un soplo para la pasma. Él y Arthur Dexter Bradley habían salido para merodear, dijo: “Vi a dos hombres huyendo, parecían pesos medios, saltaron a un auto blanco con matrícula de otro estado”. Y la Srta. Patty Valentine simplemente asintió. El poli dijo: “Esperen un momento muchachos, este todavía no está muerto”. Así que lo llevaron al hospital, y aunque este hombre apenas podía ver, le dijeron que él podía identificar a los culpables.

Cuatro de la mañana y traen arrastrando a Rubin. Lo traen al hospital y lo llevan escaleras arriba, el hombre herido lo mira a través de su ojo moribundo. Dice: “¿Para qué lo traen?, este no es el tipo”. Sí, esta es la historia de Huracán, el hombre al que las autoridades culparon de algo que nunca hizo. Lo pusieron en una celda, pero él pudo haber sido el campeón del mundo.

Cuatro meses después, los ghettos están ardiendo. Rubin está en Sudamérica, peleando por su nombre, mientras Arthur Dexter Bradley todavía está en el negocio del robo y la pasma le está apretando, buscan a alguien a quién culpar. “¿Recuerdas aquél asesinato en el bar?”, “¿Recuerdas que dijiste haber visto el coche en la huída?”, “¿Piensas que te gustaría jugar a la pelota con la ley?”, “¿Crees que pudo haber sido aquél boxeador el que viste huir aquella noche?”, “No olvides que eres blanco”.

Arthur Dexter Bradley dijo: “Realmente no estoy seguro”. “Los polis dijeron: “A un pobre chico como tu le vendría muy bien una oportunidad”, te tenemos por el trabajo del Motel y estamos hablando con tu amigo Bello, no querrás volver a la cárcel, así que sé buen chico, le harás un favor a la sociedad, el hijo de puta es bravo y se pone más bravo. Queremos moverle el culo. Queremos clavarle este triple asesinato a él. El no es “Gentleman Jim”.

Rubin podía nokear a un hombre con un solo golpe, pero a él no le gustó hablar mucho de eso, “Es mi trabajo”, decía, “y lo hago por dinero y en cuanto termino me pongo en marchaa un paraíso, donde fluye la corriente y las truchas y el aire es delicioso, y doy un paseo a caballo por el campo”. Pero entonces lo llevaron a la cárcel, donde intentan trasformar un hombre en un ratón.

Todas las cartas de Rubin estaban marcadas de antemano. El juicio fue un circo de cerdos, él nunca tuvo una oportunidad. El juez hizo aparecer a los testigos de Rubin como borrachines de los bajos fondos, para la gente blanca que miraba él era un vago revolucionario, y para la gente de color él era solamente un negro loco. Nadie dudó de que él había apretado el gatillo, y aunque no pudieron presentar el arma, el Fiscal del distrito dijo que él era el autor, y el jurado de blancos estuvo de acuerdo.

Rubin Carter fue falsamente enjuiciado, el crimen fue asesinato en primer grado, ¿adivinan quién testificó?, Bello y Bradley, y los dos mintieron. Y los periódicos, siguieron todos la corriente ¿Cómo puede la vida de un hombre como ese estar en la palma de la mano de algún truhán?. Verlo tan obviamente entrampado, no puedo evitar avergonzarme de vivir en un país donde la justicia es un juego.

Ahora todos los criminales con sus trajes y corbatas están libres para beber martinis y mirar el amanecer. Mientras Rubin se sienta como Buda en una celda de diez pies. Un hombre inocente en un infierno viviente. Esa es la historia de Huracán, pero no terminará hasta que limpien su nombre y le devuelvan el tiempo que ha cumplido. Lo pusieron en una celda, pero una vez pudo haber sido el campeón del mundo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Todos tenemos que servir a alquien... No me lo pienso dos veces, está bien así. Sé que los tiempos están cambiando, que va a caer una lluvia torrencial, que la respuesta flota en el viento. Una taza más de café, y estaré de nuevo en la autopista 61 como un canto rodado. Las puertas del Edén se abren más allá de Desolation Road; he visto una estrella fugaz dónde caen las lágrimas... allí encontraré refugio de la tormenta. El señor de la Pandereta está tocando una canción para mí.