miércoles, 12 de noviembre de 2008

Dedicado a Elena

Hoy hago una entrada especial dedicada a mi hermana Elena. Porque está siendo duro, porque la vida pega demasiado fuerte. Helen, te quiero, te mando toda mi fuerza y todo mi apoyo. Un besazo enorme a todos.

Señor de mis silencios, señor paciente,
Señor de la ternura, de la risa,
de los ojos empapados, los pies fríos,
la risa fuerte y las piernas débiles.
Señor del pan con aceite y
de los miedos infantiles, en las noches de ventisca,
de las muñecas con nombre y oficio,
y de las sillas de ruedas sin oficio ni beneficio.
Señor nuestro, esposo amado, mujer pendiente,
sopa en la noche de los tiempos, siempre presente.
Señor de la vida.
Gracias señor por el icono de cada día,
por la contemplación en los ojos de Concha,
de Claudia, de Paula, de Pepe...
Gracias por el calor de la nieve,
por la fuerza del cansancio,
gracias señor por el llanto alegre,
por el retiro de nuestros ajetreos,
por la música del azar de nuestros silencios,
por los besos, por el beso, por los hermanos, por el hermano.
Gracias señor por tenerte, por tenerme, por tenernos,
gracias señor de la nieve.

Marcos Ortega Velázquez

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