viernes, 30 de enero de 2009

Interiores

El crepúsculo va con retraso
destiñendo la sal de la vida,
vivo en un callejón sin salida,
hace tiempo que no me hago caso.

Avanzando hacia atrás, paso a paso,
cada atajo parece una huida,
cuando pierda por fin la partida
roncaré a la salud del ocaso.

Romperé el comodín que me sobra,
tiraré a la basura la obra
que corrige con sorna el destino.

Y, desnudo, con ningún reproche,
le daré la razón a la noche
y abriré otra botella de vino.

Amanece peor cada día,
y, a pesar de las horas azules,
los relámpagos son tan gandules
como trenes sin norte ni vía.

Heme aquí sin hallar todavía
morbo y cólera en campo de gules,
entre harapos de velos de tules,
novio póstumo en cama vacía.

Con oído avizor, por si acaso
consiguiera indultar el fracaso
sobornando a la indómita musa.

Cuéntame, por tus muertos, le pido,
una historia de amores y olvidos
que me empuje a cantar sin excusa.

Joaquin Sabina

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