
En esta ocasión él no actua, cede su personaje, algo más agresivo de lo habitual, a Larry David, que está realmente estupendo. Con él vivimos todos los temas clásicos de su filmografia: el neurotismo, la hipocondría, la religión, la muerte, el sexo... Aunque en esta ocasión, el objetivo fundamental es la busqueda de la felicidad. Habla de que la finalidad del ser humano es ser feliz, y hay muchas formas de serlo, cada uno debe encontrar la suya y no juzgar a los demás: ya sabes, si la cosa funciona...
Se nota además la vuelta a Nueva York, la ciudad influye en el cineasta, y para mi gusto esta cinta es mucho mejor que la anterior, Vicky, Cristina, Barcelona, que era un poquito floja.
Puntuación de Kowalski:
Argumento: 8, una divertida historia sobre distintas formas de encontrar la felicidad.
Medios: 5, sin caras especialmente comocidas.
Ejecución: 8, se echa de menos la presencia de Woody Allen cómo actor, pero están todos muy bien.
Pingüinismo: 0, ningún pingüino neurótico.
En resumén: Muy buena, si te gusta Woody Allen no te drefaudará.
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