martes, 23 de marzo de 2010

Semana de Oscar Romero

El 20 de febrero de 1977, mientras la archidiócesis se preparaba para la toma de posesión del nuevo arzobispo, el país celebraba elecciones presidenciales. Las fuerzas opositoras denunciaron un fraude electoral de grandes proporciones y convocaron a una concentración popular en la Plaza Libertad de San Salvador. El 28 de febrero, las fuerzas de seguridad gubernamentales disolvieron violentamente esta concentración popular, con un saldo de decenas de muertos y desaparecidos.
Durante la semana anterior a la toma de posesión de Monseñor Romero como arzobispo, el gobierno del presidente Arturo Armando Molina, arrestó y expulsó del territorio salvadoreño a varios sacerdotes.
El 22 de febrero, Mons. Romero tomó posesión del cargo de Arzobispo de San Salvador, en una ceremonia sencilla celebrada en la capilla del Seminario Mayor de San José de la Montaña.
El 5 de marzo durante una asamblea especial de los obispos, se eligió a Mons. Romero como vicepresidente de la Conferencia Episcopal de El Salvador y se preparó un comunicado para denunciar la persecución de la Iglesia en el país.
El 12 de marzo de 1977, el P. Rutilio Grande, S.J., amigo intimo de Mons. Romero fue asesinado en la ciudad de Aguilares junto con dos campesinos. Grande había promovido la creación de comunidades cristianas de base y la organización de los campesinos de la zona. El arzobispo reaccionó a este asesinato convocando a una misa única, para mostrar la unidad de su clero. Esta misa se celebró el 20 de marzo, en la plaza Barrios de San Salvador, a pesar de la oposición del nuncio apostólico y de otros obispos.
Durante 1978 y 1979 se dedica a defender los derechos de los desprotegidos. Monseñor Romero denunció en sus homilías, los atropellos contra los derechos de los campesinos, de los obreros, de sus sacerdotes, y de todas las personas que recurrieran a él, en el contexto de violencia y represión militar que vivía el país. Durante los tres años siguientes, sus homilías, transmitidas por la Radio diocesana YSAX denuncian la violencia tanto del gobierno militar como de los grupos armados de izquierda. Señala especialmente hechos violentos como los asesinatos cometidos por escuadrones de la muerte y la desaparición forzada de personas, cometida por los cuerpos de seguridad. En agosto de 1978, publica una carta pastoral donde afirma el derecho del pueblo a la organización y al reclamo pacífico de sus derechos.

Aun cuando se nos llame locos,
aun cuando se nos llame subversivos,
comunistas y todos los calificativos que se nos dicen,
sabemos que no hacemos más que predicar
el testimonio subversivo de las bienaventuranzas,
que le han dado vuelta a todo para proclamar
bienaventurados a los pobres,
bienaventurados a los sedientos de justicia,
bienaventurados a los que sufren.

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