lunes, 26 de diciembre de 2011

Dios pone el nacimiento

De la web pastoralsj.org

Cuando ponemos un nacimiento, en nuestras casas, en las iglesias, en los escaparates, en las aulas, en los rincones… hay mucho que pensar. Los hay enormes o minúsculos. Los hay que están llenos de detalles.
Allá, el palacio, aquí, unas casas. En este sitio musgo, y por ahí ha de correr el agua que moverá aquel molino. Allá van los pastores, los magos, la molinera, el posadero, ese hombre tirando de una vaca, los gansos junto al lago… y en el lugar privilegiado, donde sea más visible, el portal (o un establo, o una casa en ruinas), donde María y José miran, con ternura, al Dios niño.

Ese es el nacimiento que puso Dios en el mundo. Una noche que ahora evocamos. El nacimiento de la esperanza, de la justicia, del Amor, así, con mayúsculas, que ahora celebramos.

Es empezar. Una vida por delante. Una historia que comienza a desplegarse. En Jesús nace el Dios hecho niño.

Y en su historia, que lo transforma todo para siempre, nace la esperanza de que la vida vencerá a una y mil muertes.

La justicia y la paz tendrán cancha en nuestro mundo. De algún modo todo nace de nuevo cuando nos hacemos conscientes del milagro.

Renace, también en nosotros, la capacidad de luchar, de soñar, de esperar. Renace la fuerza con que abrazamos propósitos y anhelos. Tal vez recuperemos, con este niño, un poco de ingenuidad e inocencia.

Todo es posible, de nuevo, cuando aprendemos a adorar, ante el pesebre, al Dios niño.

Del mismo modo que, a veces, en nuestros nacimientos, hay un puente que une dos laderas de arena sobrevolando un río de plata, en este otro Nacimiento navideño hay un puente mucho más hondo, que salva abismos.

Entre la vida y la Vida (la plena, la definitiva). Entre la soledad y el encuentro. Entre la pequeñez y la gloria.

Entre la navidad y la pascua. Entre el miedo y la valentía de quienes se atreven a creer. Entre la oscuridad y la luz verdadera.

Y cuando entramos a caminar por las tierras de ese misterio, entonces empezamos el viaje más importante de nuestra vida.

¿Por qué no adentrarnos ahora por esa tierra?

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