miércoles, 29 de mayo de 2013

Estar enferma siendo mamá

Cuando eres mamá ya no puedes volver a estar enferma nunca.
Antes, recuerdo que cuando tenía un trancazo de esos gordos, cómo el que tenía este domingo pasado, de los que te dejan cansada, con dolor de huesos, tos, estornudos, ojos llorosos, y muchos mocos... pues me tumbaba en el sofá con una mantita, me hacía un té calentito y dormitaba todo el día mientras intuía lo que daban por la tele.
Tommy se acercaba al centro comercial a por algo de comer, y pasábamos el día tranquilitos y sin hacer nada.
Ahora eso ya no es posible. 
Cuando me levanté tuve que poner una lavadora y jugar con los muñequitos, a las comiditas, y a los bebés. Fuimos a comer al McDonalds, jugamos en los cacharros esos de juegos que tienen y peleé con Celia para que no se cayera de la silla mientras se comía su hamburguesa.
Luego fuimos a La Gavia, montamos en el oso panda, vimos la tienda de los cuentos, nos cambiamos el pañal, vimos una tienda de jabones de colores.... y por fin nos fuimos a casa.
Entonces se bajó media horita al jardín con su papá, que yo pude utilizar para vegetar y reponer fuerzas. Luego ya, preparar el baño, pelear para que desnudara, bañarla, pelear para ponerle el pijama, recoger el baño, preparar la mochila del día siguiente, lavarle los dientes, asistir al croqueteo y por fin acostarla.
Y eso que yo tengo un marido que echa bastante mano, no quiero ni imaginarme a las pobres que estén solas.
Y con todo..... merece la pena. Me dice Celia por la noche, "mamá, si estás acatarrada yo te cuido, te doy un besito y se te pasa". Y no se te pasa. Pero como si se te pasara.

3 comentarios:

Almu dijo...

ohhhh que bonito Mary....me ha encantado.....(L)

KOWALSKI dijo...

Gracias chatina!

Eugenia dijo...

jejejeje!!!

Si es que dicen cada cosita... que es que lo arreglan todo, eh!!!