martes, 13 de mayo de 2014

Mis clásicos favoritos: Perdición

Perdición es una película de cine negro dirigida en 1944 por Billy Wilder, con Fred MacMurray, Barbara Stanwyck y Edward G. Robinson como actores principales.
El guión es una adaptación de Billy Wilder y Raymond Chandler de la novela Pacto de sangre (cuyo título original era Double Indemnity), del escritor James M. Cain.

En la secuencia de apertura, se muestra una oscura y lluviosa calle de Los Ángeles, de madrugada. Un automóvil se salta un semáforo en rojo y está a punto de chocar con una camioneta. El coche se detiene finalmente frente a un edificio de oficinas, y de él sale, moviéndose con cierta dificultad, el vendedor de seguros Walter Neff (Fred MacMurray).
Cuando consigue llegar a su despacho, se sienta en su mesa, enciende un cigarrillo y coloca un cilindro en su dictáfono, en el que comienza a grabar un memorándum interno dirigido a su compañero de trabajo, Barton Keyes (Edward G. Robinson). Neff confiesa ser el asesino de Dietrichson, supuestamente muerto en un accidente, y haber estafado a su propia compañía. Y explica por qué lo hizo: "Lo maté por dinero y por una mujer. Ni conseguí el dinero, ni la mujer. Estupendo, ¿verdad?".

La narración de Neff inicia el flashback, que retrotrae al espectador al pasado mes de mayo, cuando Neff, de paso por Glendale, visitó la casa de la familia Dietrichson para conseguir que el señor Dietrichson renovase el seguro de sus dos automóviles. Dietrichson no está, pero Neff encuentra en casa a su mujer, Phyllis (Barbara Stanwyck), que aparece en lo alto de una escalera cubierta sola con una toalla. Neff se siente atraído por la señora Dietrichson. Ella le dice que espere mientras va a vestirse. Neff y Dietrichson hablan de los seguros de los automóviles del marido de ella. Durante toda su conversación, se hace evidente que entre ambos existe una mutua atracción. Él flirtea con ella, que tiene una actitud ambigua ante los avances del agente de seguros. La voz en off de Neff evoca el olor a madreselva del perfume de Phyllis, preguntándose: "¿Cómo podía yo saber que el crimen huele a veces como la madreselva?".

Cuando se encuentran de nuevo Phyllis está sola en casa: su marido no está y es el día libre de la criada. Él coquetea de nuevo con ella, pero se marcha indignado de la casa cuando ella le sugiere la posibilidad de hacerle a su marido un seguro de accidentes sin que él lo sepa, ya que se da cuenta de que trama un asesinato. Desde allí, Neff va a tomar una cerveza y a la bolera. Cuando está de regreso en su piso se da cuenta de que no puede liberarse de la atracción que siente por Phyllis. Tocan al timbre. Es ella. Tras una breve conversación, Neff y Dietrichson se besan apasionadamente. Ya está todo dicho. A partir de ahí entran en una espiral que ninguno de los dos podrá controlar.

La película cuenta con dos partes claramente diferenciadas. La primera detalla la atracción sexual, el plan del homicidio y la posterior ejecución del crimen, mientras que la segunda narra la investigación del siniestro por parte del astuto perito de la compañía de seguros, en la que se crea con habilidad la angustia sufrida por los personajes involucrados en el crimen (en especial por parte de MacMurray) ante el temor del descubrimiento del asesinato y el consiguiente fraude.

La novela corta de James M. Cain Double Indemnity, escrita en 1935, se basaba en un crimen real, cometido en Nueva York, en marzo de 1927, por Ruth Snyder, un ama de casa de Queens, y su amante el vendedor de corsés Judd Gray. Ambos cómplices fueron detenidos debido a la torpeza con que llevaron a cabo el asesinato y murieron ejecutados en la silla eléctrica en la prisión de Sing Sing, en enero de 1928. 
El intento del autor de vender su historia para el cine fracasó entonces debido a las presiones de la Oficina Hays, encargada de la censura cinematográfica. Varios años después, en 1943, la novela se publicó de nuevo, esta vez incluida en un libro titulado Three of a Kind, junto con otras dos novelas cortas. El agente literario de James M. Cain volvió a enviar copias a los estudios de Hollywood. Esta vez, la historia llamó la atención del guionista y director Billy Wilder.

Wilder colaboraba habitualmente con el escritor Charles Brackett en la escritura de los guiones. Sin embargo, a Brackett no le interesó adaptar para la pantalla el relato de James M. Cain, que encontraba chabacano y demasiado sombrío. Wilder optó entonces por intentar conseguir al propio autor de la novela, James M. Cain, para trabajar con él en la adaptación. No fue posible debido a otros compromisos del autor. El productor Joseph Stern recomendó en su lugar a Raymond Chandler, que se había dado a conocer como autor de relatos pulp en la revista Black Mask y había publicado ya varias novelas, como El sueño eterno (1939), Adiós, muñeca (1940) y La ventana alta (1942). Chandler y Wilder empezaron a trabajar en el guion en mayo de 1943. Chandler no sabía apenas nada sobre la escritura de guiones; a pesar de eso, y de la mala relación entre él y Wilder, obtuvieron un guion excelente, que incluso contó con la aprobación del propio autor de la novela.

El guion tenía que hacer frente a las exigencias de la censura. Joseph Breen, de la Oficina Hays, presentó a la Paramount sus objeciones sobre el relato original de James M. Cain: los protagonistas burlaban la ley y no eran castigados (al final de la novela se suicidaban); además, ambos mantenían una relación adúltera, considerada inmoral; por último, su argumento explicaba cómo cometer un asesinato. Chandler y Wilder optaron por cambiar el final en su guion.

El papel del protagonista masculino de la película, el agente de seguros Walter Neff, le fue propuesto por Wilder al actor George Raft, quien se negó a interpretar a un asesino. Su siguiente elección fue Fred MacMurray, un actor de la Paramount especializado en películas musicales. A pesar de sus reticencias iniciales, terminó por aceptar. Para el papel de la protagonista femenina, Phyllis Dietrichson, escogió a Barbara Stanwyck. La actriz también tuvo sus dudas ante el desafío que para su carrera planteaba interpretar a un personaje tan odioso, pero, según ella misma recordaría varios años después, se decidió cuando Wilder apeló a su orgullo, preguntándole : "¿Eres una actriz o un ratón?" Wilder tuvo la idea de que, para mejor representar el tipo de mujer fatal que exigía el guión, Stanwyck llevase una peluca rubia.
El personaje femenino, de una frialdad ofuscadora, pasó a engrosar la lista de las mejores femme fatales que ha conocido el séptimo arte.

Visto lo visto, es una lástima que Billy Wilder no incidiera más en el cine negro, pues pocos títulos en la historia del género poseen el magnetismo de esta obra maestra.

3 comentarios:

Mamen dijo...

Buenos días!

Muy buen clásico! Estas pelis tienen algo especial.

Quizás debería ver un poco más de este cine.

¡Saludos!

KOWALSKI dijo...

A mi es que me encanta el cine clásico!!!!!! Siempre es buen momento para volver a verlos!!!!!

Mamen dijo...

Este finde, vere algún clásico! Porque es un género que tiene joyicas que merecen la pena ser vistas.