Dos... Y Abraham se despertó en mitad de la noche y dijo a su único hijo Isaac:
- He tenido un sueño en el que la voz del Señor me ha ordenado que sacrifique a mi único hijo, así que ponte los pantalones.
E Isaac tembló y repuso:
- ¿Y que has dicho tú? Me refiero después de que El te presentase la papeleta.
- ¿Y que iba a decir? -contestó Abraham-. Estaba allí de pie a las dos de la madrugada y en ropa interior ante el Creador del Universo. ¿Que querías que dijera?
- Bueno, ¿dijo El por que desea que me sacrifiques? -preguntó Isaac a su padre.
Pero Abraham replicó:
- El creyente no hace preguntas. Vamos pues, que mañana me espera un día muy ajetreado.
Y Sarah, al escuchar los planes de Abraham, se irritó y dijo:
- ¿Cómo sabes que era el Señor y no, pongo por caso, ese amigo tuyo al que le gustan las bromas pesadas? Porque el Señor detesta las bromas pesadas y todo aquel que gaste una será entregado a sus enemigos, puedan estos pagar los gastos de reembolso o no.
Y Abraham respondió:
- Porque yo se que era el Señor. Era una voz profunda, resonante, bien modulada, y nadie en el desierto es capaz de retumbar de esta forma.
Y Sarah insistió:
- ¿Y pretendes consumar ese acto insensato?
Pero Abraham repuso :
- Francamente, si, porque poner en duda la palabra del Señor es una de las cosas peores que puede hacer un hombre, sobre todo estando como esta la economía.
Y así llevó a Isaac a un cierto lugar y se dispuso a sacrificarle, pero en el último momento el Señor detuvo la mano de Abraham y dijo:
- ¿Cómo puedes hacer semejante barbaridad?
Y Abraham protestó:
- Pero TU dijiste...
- No importa lo que yo dijera -tronó el Señor-. ¿Prestas oído a todas las ideas absurdas que se te ofrecen?
Y Abraham se sintió avergonzado.
- Ejem... no realmente... no.
- Te sugiero en broma que sacrifiques a Isaac y te falta tiempo para poner manos a la obra.
Y Abraham cayó de rodillas:
- Mira, nunca se cuando hablas en broma.
Y el Señor estalló:
- No tienes sentido del humor. No puedo creerlo.
- Pero, ¿no prueba eso que te amo, que estaba dispuesto a entregarte a mi único hijo según tu capricho?
Y el Señor contestó:
- Eso prueba que algunos hombres obedecen cualquier orden por cretina que sea, mientras la formule una voz resonante y bien modulada.
Y con esto, el Señor ordenó a Abraham que se fuera a descansar y volviese a despachar con El al día siguiente.
- He tenido un sueño en el que la voz del Señor me ha ordenado que sacrifique a mi único hijo, así que ponte los pantalones.
E Isaac tembló y repuso:
- ¿Y que has dicho tú? Me refiero después de que El te presentase la papeleta.
- ¿Y que iba a decir? -contestó Abraham-. Estaba allí de pie a las dos de la madrugada y en ropa interior ante el Creador del Universo. ¿Que querías que dijera?
- Bueno, ¿dijo El por que desea que me sacrifiques? -preguntó Isaac a su padre.
Pero Abraham replicó:
- El creyente no hace preguntas. Vamos pues, que mañana me espera un día muy ajetreado.
Y Sarah, al escuchar los planes de Abraham, se irritó y dijo:
- ¿Cómo sabes que era el Señor y no, pongo por caso, ese amigo tuyo al que le gustan las bromas pesadas? Porque el Señor detesta las bromas pesadas y todo aquel que gaste una será entregado a sus enemigos, puedan estos pagar los gastos de reembolso o no.
Y Abraham respondió:
- Porque yo se que era el Señor. Era una voz profunda, resonante, bien modulada, y nadie en el desierto es capaz de retumbar de esta forma.
Y Sarah insistió:
- ¿Y pretendes consumar ese acto insensato?
Pero Abraham repuso :
- Francamente, si, porque poner en duda la palabra del Señor es una de las cosas peores que puede hacer un hombre, sobre todo estando como esta la economía.
Y así llevó a Isaac a un cierto lugar y se dispuso a sacrificarle, pero en el último momento el Señor detuvo la mano de Abraham y dijo:
- ¿Cómo puedes hacer semejante barbaridad?
Y Abraham protestó:
- Pero TU dijiste...
- No importa lo que yo dijera -tronó el Señor-. ¿Prestas oído a todas las ideas absurdas que se te ofrecen?
Y Abraham se sintió avergonzado.
- Ejem... no realmente... no.
- Te sugiero en broma que sacrifiques a Isaac y te falta tiempo para poner manos a la obra.
Y Abraham cayó de rodillas:
- Mira, nunca se cuando hablas en broma.
Y el Señor estalló:
- No tienes sentido del humor. No puedo creerlo.
- Pero, ¿no prueba eso que te amo, que estaba dispuesto a entregarte a mi único hijo según tu capricho?
Y el Señor contestó:
- Eso prueba que algunos hombres obedecen cualquier orden por cretina que sea, mientras la formule una voz resonante y bien modulada.
Y con esto, el Señor ordenó a Abraham que se fuera a descansar y volviese a despachar con El al día siguiente.
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