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Ethan Hawke, Simon Rusell Beale, Sinèad Cusack, Rebecca Hall y el resto del elenco, formado por 21 actores, han agradecido juntos en el escenario, en el que también ha comparecido un risueño Mendes, hasta en tres ocasiones la calurosa ovación del público.
Esta refrescante y entretenida versión de la obra rusa, en la que Tom Stoppard -ganador de un Tony- enfatiza con desparpajo en la revolución política y social que profetizó Anton Chejov (1860-1904), es la primera de las dos obras que el grupo de actores estadounidenses y británicos de "The Bridge Project" representarán en el Teatro Español y para la que ya está colgado el cartel de "no hay localidades" para sus cinco días de representaciones.
Con escenografía de Anthony Ward, esta coproducción del Teatro Español, Festival de Epidaurus (Grecia), The Edge de Auckland (Nueva Zelanda), el Ruhrfestspiele Recklinghausen (Alemania) y The Singapore Theatre (Singapur), alarga morosamente la historia de la señora Ranevskaya (Cusack) a su regreso a Rusia después de haber dilapidado su fortuna en París para encontrarse con que su finca va a ser subastada para pagar las deudas.
Su próspero vecino Lopakhin (Russell Beale) intenta persuadirla de que venda antes la propiedad -convertida en el "huerto de guindos" por los subtítulos del teatro- y convierta las parcelas en casas de vacaciones para los veraneantes.
En lugar de pagar sus deudas para salvar el estatus de su familia y, de paso, el "jardín de los cerezos", Madame Ranevskaya, que Cusak interpreta con una delicada aleación de vulnerabilidad y frivolidad, continua su vida como si tal cosa.
Rusell está excelente en su interpretación de Lopakhin, el campesino que encarna los inicios del capitalismo, y borda la mezcla de humor y patetismo de su personaje.
La obra parece transitar por la convención del texto pero Mendes sacude a los espectadores sirviéndose del "eterno estudiante" y proto bolchevique Trofimov, que interpreta Hawke, un actor muy conocido por sus papeles en el cine pero que se come el escenario con una voz que, simplemente, hace olvidar la subtitulación.
Trofimov, es decir Hawke, declara a su aristocrática novia, Anya (Morven Christie), que su estilo de vida es sólo posible gracias al trabajo del pueblo y cuando ella no quiere dejarle marchar él acaba convirtiéndose también en un ingenuo.
Para Ranevskarya el jardín es el símbolo de los tiempos felices y no puede siquiera contemplar la idea de perderlo, por eso es capaz de creer en cualquier absurda posibilidad que le sugiera su hermano, Gaiev (Paul Jesson).
Al tiempo que pone sus esperanzas en que su hija Anya se case con un hombre rico, soporta con estoicismo la preocupación de su hija adoptiva, Varya (Rebecca Hall), que protagoniza junto a Russell una memorable escena de "no declaración" de amor.
En medio, los personajes "secundarios", es decir, los sirvientes como Firs, contemplan a sus "amos" con la misma abnegada devoción que cuando eran "esclavos". En ese papel, el veterano Richard Easton ha provocado risas con cada una de sus intervenciones.
El uso del color en el vestuario es soberbio, porque cada miembro de la familia viste en función de su estado mental y los tonos van cambiando como varían los tonos del cerezo.
Los actores de "The Bridge Project" cambiarán sus roles a partir del próximo fin de semana para interpretar el "Cuento de Invierno" de Shakespeare, con el que pondrán fin a su aventura en España, el primer país europeo de la gira que en esta primera temporada sólo visita seis puntos en el mundo.
Esta refrescante y entretenida versión de la obra rusa, en la que Tom Stoppard -ganador de un Tony- enfatiza con desparpajo en la revolución política y social que profetizó Anton Chejov (1860-1904), es la primera de las dos obras que el grupo de actores estadounidenses y británicos de "The Bridge Project" representarán en el Teatro Español y para la que ya está colgado el cartel de "no hay localidades" para sus cinco días de representaciones.
Con escenografía de Anthony Ward, esta coproducción del Teatro Español, Festival de Epidaurus (Grecia), The Edge de Auckland (Nueva Zelanda), el Ruhrfestspiele Recklinghausen (Alemania) y The Singapore Theatre (Singapur), alarga morosamente la historia de la señora Ranevskaya (Cusack) a su regreso a Rusia después de haber dilapidado su fortuna en París para encontrarse con que su finca va a ser subastada para pagar las deudas.
Su próspero vecino Lopakhin (Russell Beale) intenta persuadirla de que venda antes la propiedad -convertida en el "huerto de guindos" por los subtítulos del teatro- y convierta las parcelas en casas de vacaciones para los veraneantes.
En lugar de pagar sus deudas para salvar el estatus de su familia y, de paso, el "jardín de los cerezos", Madame Ranevskaya, que Cusak interpreta con una delicada aleación de vulnerabilidad y frivolidad, continua su vida como si tal cosa.
Rusell está excelente en su interpretación de Lopakhin, el campesino que encarna los inicios del capitalismo, y borda la mezcla de humor y patetismo de su personaje.
La obra parece transitar por la convención del texto pero Mendes sacude a los espectadores sirviéndose del "eterno estudiante" y proto bolchevique Trofimov, que interpreta Hawke, un actor muy conocido por sus papeles en el cine pero que se come el escenario con una voz que, simplemente, hace olvidar la subtitulación.
Trofimov, es decir Hawke, declara a su aristocrática novia, Anya (Morven Christie), que su estilo de vida es sólo posible gracias al trabajo del pueblo y cuando ella no quiere dejarle marchar él acaba convirtiéndose también en un ingenuo.
Para Ranevskarya el jardín es el símbolo de los tiempos felices y no puede siquiera contemplar la idea de perderlo, por eso es capaz de creer en cualquier absurda posibilidad que le sugiera su hermano, Gaiev (Paul Jesson).
Al tiempo que pone sus esperanzas en que su hija Anya se case con un hombre rico, soporta con estoicismo la preocupación de su hija adoptiva, Varya (Rebecca Hall), que protagoniza junto a Russell una memorable escena de "no declaración" de amor.
En medio, los personajes "secundarios", es decir, los sirvientes como Firs, contemplan a sus "amos" con la misma abnegada devoción que cuando eran "esclavos". En ese papel, el veterano Richard Easton ha provocado risas con cada una de sus intervenciones.
El uso del color en el vestuario es soberbio, porque cada miembro de la familia viste en función de su estado mental y los tonos van cambiando como varían los tonos del cerezo.
Los actores de "The Bridge Project" cambiarán sus roles a partir del próximo fin de semana para interpretar el "Cuento de Invierno" de Shakespeare, con el que pondrán fin a su aventura en España, el primer país europeo de la gira que en esta primera temporada sólo visita seis puntos en el mundo.
2 comentarios:
Espectacular. De lo mejor que he visto nunca en un teatro. ¡Y el domingo va a ser aún mejor!!!
Que ganas de verles en un Shakespeare!!!!
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