Esa voz que se juega la vida
esos ojos llenando el vacío
esos dedos hurgando en la herida
esa liturgia del escalofrío.
Ese orgullo que pide disculpas
ese sentarse para estar erguido
ese añejo sabor de la pulpa
visceral del limón del olvido.
Esa revolución de la amargura
ese inventario de la mala suerte
ese tratado de la desmesura.
Ese como, ese que, ese hasta cuando
ese pulso ganado a la muerte
ese Enrique Morente cantando.
Joaquín Sabina
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