(American Beauty, 1999)
Director: Sam Mendes. Interpretes: Kevin Spacey, Annette Bening, Thora Birch, Mena Suvari, Wes Bently. Producción: DreamWorks Pictures. USA. 122 min.
La gran triunfadora de los Oscar de 1999: de ocho nominaciones, se llevó los relativos a Mejor película, Mejor director, Mejor Actor principal, Mejor Guión original, y Mejor Fotografía.
Aparentemente, “American Beauty” nos cuenta la historia de una familia de clase media americana. Pero, en realidad, es mucho más que eso: es un estudio profundo del comportamiento humano, de la falsedad, de la hipocresía que invade las relaciones personales. Sam Mendes realiza, con la precisión de un cirujano, una crítica feroz y ácida a la “familia media”, no sólo americana, sino de cualquier lugar. Y lo hace en primera persona, a través de Lester Burbank, el protagonista de la historia, quien nos cuenta, tras su muerte, lo que han sido los últimos días de su vida. Desde esta curiosa perspectiva, se da cuenta de lo que ha vivido, lo analiza y disecciona.
El título hace referencia a un tipo de rosa roja que se cultiva en Estados Unidos, que no tiene espinas ni olor, lo que significa que su belleza es estéril, igual que la vida de los personajes. De puertas afuera parecen una familia perfecta: un matrimonio adorable con una hija, animadora del equipo, y amiga de la chica más popular del instituto, una casa preciosa... Pero la realidad es muy diferente: la falta de comunicación es atroz, con un matrimonio que no funciona y unos padres que no conocen a su hija; la negación absoluta de una verdad latente: su vida es una farsa. Sólo Lester, con motivo de su más que probable despido, parece despertar de ese letargo, dando rienda suelta a toda una serie de comentarios cínicos y muy ácidos que reflejan esa realidad que su esposa se niega a admitir. Ella es el prototipo de superficialidad, obsesionada con mostrar una imagen de perfección y de éxito en todo momento, sin importarle en absoluto los sentimientos de su familia o los suyos propios (frustración que demuestra únicamente cuando está sola y se increpa para dejar de llorar y ser perfecta, confundiendo debilidad con humanidad, en busca de ese ideal de superioridad y prestigio al que conduce la mentalidad capitalista llevada al extremo).
La hija vive aislada. Ignora y se avergüenza de sus padres, unos padres que no la comprenden, a los que ve como unos seres patéticos, y se refugia en su mejor amiga, en un principio, y, más adelante, en su vecino, un ser tan aislado como ella. Se ve a sí misma como un “bicho raro”, no se considera atractiva, y es la única que parece tener un plano más profundo, aunque, aún así, no puede evitar dejarse influir por su entorno. Por eso congenia tan bien con el extraño personaje de Wes Bentley, el nuevo vecino, un chico tímido y reservado que jamás se separa de su cámara de video. Él tampoco cuadra en su mundo: su padre es un categórico ex-marine, armado con ideas férreas e intransigentes sobre todo lo distinto, que al final demuestra ser más falso e hipócrita que ningún otro; y su madre es un ser tan derrotado por su entorno que ha perdido toda voluntad. Él introduce un nuevo concepto: el de la belleza. Nos enseña a buscar la belleza en todo lo que nos rodea, a dejarnos sorprender por lo más insignificante.
En cuanto al personaje de la amiga, es el modelo de perfección y belleza al uso. Una adolescente que se vanagloria de su experiencia con los chicos, considerándose un “objeto de deseo”, y que no es más que eso, pura fachada, un envoltorio precioso sin absolutamente nada dentro, que a lo que más teme es ser vulgar, cuando en realidad ella misma es un icono de la vulgaridad.
Y por fin Lester. Lester es patético: un cuarentón desencantado, sin aspiración alguna, que pierde la cabeza por la amiga adolescente de su hija. Pero desde el momento en que deja su trabajo, monótono y aburrido, chantajeando a su jefe, se compra un coche carísimo, se emplea de dependiente en un Burger, empieza a hacer gimnasia y a fumar hierba, y dice lo que realmente piensa, tratando a su mujer con especial crudeza por encarnar ella todo lo que el ha empezado a despreciar. Su mentalidad cambia totalmente, rompiendo esa supuesta imagen de perfección en busca de una mayor autenticidad, ignorando todo convencionalismo.
Se pueden sacar muchos mensajes de esta película. El más rotundo, sin duda, la crítica absoluta de todo lo que retrata. Denuncia la falsedad, la hipocresía, la superficialidad del mundo actual. Sin embargo, deja pequeñas puertas abiertas a la esperanza, especialmente en su sorprendente final. No obstante, la película es un aviso: “Cuidado, podéis llegar a ser así”.
4 comentarios:
Me ha gustado esta entrada. La peli me encantó y me dejó con un sabor de boca entre dulce y amargo. Como bien dice el dicho: "Las apariencias engañan". Creo que le va como al niño al dedo a este film.
Cada uno de los personajes transmite emociones que le dejan a una en lo que pensar. Para mi es una de las mejores interpretaciones de Kevin Spacey, que más me ha gustado.
Espero con muchas ganas al siguiente, cine para pensar.
Gracias Eowin!!!! me alegra que te haya gustado!!!!!
No hay por qué dar las gracias. Ya sabes que aprendo cosas nuevas y me encanta.
Son artítulos que despiertan la curiosidad en mi.
American Beauty es una película buenísima, y sobre todo por eso, porque no es una simple película de una familia americana si no por todo el trasfondo y todo lo que realmente quiere trasmitir la película. A mí desde luego me llegó.
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