Se espera que para el verano haya en el pingüinario unos diez polluelos, aunque la puesta de huevos sea mayor, contando con la alta mortalidad que han identificado en otros años.
Su cuidadora desde hace mas de doce años, Yolanda Martín, técnico veterinario, explicó a EFEverde que los huevos que llegan muy pronto, como ha pasado con el de una pareja de pingüinos rey (Aptenodytes patagonicus), hay que retirarlos y protegerlos en una incubadora, para que no se congelen.
"Todo tiene su ritmo", precisó, tras asegurar que en cuanto se "fuerza" la primavera, el comportamiento de los pingüinos se modifica, se buscan en parejas que durante el resto del año han estado separadas y surge el amor.
Las condiciones controladas de luz, aire y temperatura del pingüinario, de 2.096 m2 de superficie y 550 m2 de agua, se modifican desde los dos grados bajo cero del invierno antártico hasta alcanzar los seis grados positivos que se registran en verano en el Polo Sur, que aquí será el próximo mes de agosto.
Además, las 104 aves del ecosistema se expondrán poco a poco a 24 horas de luz ininterrumpida, salvo los pingüinos de Magallanes (Spheniscus magellanicus), que por ser propios de latitudes mas al norte, necesitan condiciones mas atemperadas.
Poco a poco se retira la nieve del ecosistema, se calman las ráfagas de viento, se templa el agua y se colocan piedras en la superficie antes helada para reproducir las condiciones de las costas de los océanos del sur a las que llegan los pingüinos para anidar y aparearse.
Las montas, que son muchas y frecuentes, empiezan con la primera luz y se alternan durante toda la jornada de "trabajo" con la selección y recopilación de piedras, grandes y chicas, una a una, para apuntalar el nido.
Es primoroso ver como entre cientos de miles eligen una y no otra y la llevan en el pico grandes distancias para colocarla en un lugar preciso del nido que preparan y que cuidan en turnos macho y hembra.
El acto de amor de los pingüinos, monógamos, fieles a una sola pareja, durante su existencia, es breve, pero tierno y cuidadoso, con gestos delicados de consentimiento en los que no hay ningún signo de agresión o sometimiento, explicó la experta.
La hembra levanta la cola y se inclina dócil para facilitar la fecundación del macho, sin penetración alguna, solo con el "depósito" del líquido seminal sobre un conducto que llega directamente a sus ovarios.
"Lo mas divertido -añadió- es ver como año tras año se reconocen y reencuentran parejas que en un entorno controlado como éste no están separadas nunca".
Un caso curioso es el de Inca y Rayas, una pareja de dos machos que se juntó el año pasado porque no había suficientes hembras y que se ha mantenido fiel aunque la situación haya cambiado.
"Es una señal mas de que el vínculo de afecto que se crea entre los pingüinos es para toda la vida", declaró Martín, quien recordó que el año pasado el equipo de veterinarios decidió darles un huevo "prestado" para que completaran su ritual de reproducción.
Muchos de los pingüinos de Faunia llegaron después del huracán Katrina, que destrozó el zoológico de Nueva Orleans y afectó a algunos directamente.
Ente los mas veteranos, está Chepi, una hembra barbijo (Pygoscelis antarctica) de 26 años, que se ha quedado ciega y tiene desviación de columna.
"La nuestra, con siete diferentes especies de las 17 que hay en todo el mundo, es una comunidad consolidada, en la que todos tienen su espacio. Hay comida para todos y mucho amor. Los pingüinos son criaturas cariñosas, muy familiares y cuando los conoces, te los llevas a casa, en el corazón", aseguró la veterinaria, que invita a todos a visitar a estos pájaros, "que no tienen nada de bobos".
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