miércoles, 18 de junio de 2014

Cine para Pensar: Eduardo Manostijeras

(Edward Scissorhands, 1990)
Director: Tim Burton. Interpretes: Johnny Depp, Winona Ryder, Diane West, Vincent Price, Kathy Baker, Alan Arkin. Producción: Twenty Century Fox. USA. 98 min.

La película narra la historia de Edward, un ser inacabado, con tijeras en lugar de manos, creado por un científico, más cercano a Gepetto que a Frankenstein, que muere antes de poder terminar su obra perfecta. Cuando una mujer, Peg, le encuentra viviendo solo en su castillo, decide llevarlo a su casa e integrarlo en la vida social, pero las cosas no salen como ella esperaba, y todo se precipita hacía un final previsiblemente trágico.

Peg no duda en llevarse a Edward a su casa. A él todo le resulta extraño: tras luchar para meterse en unos pantalones, cena con la familia. El marido, que lo acepta sin titubeos, habla de temas absurdos, mientras su hijo observa el trabajo que le cuesta a Edward comer guisantes con sus tijeras... Le han aceptado, lo admiten en su casa, pero no han integrado su historia. Le tratan como a uno más de la familia sin tener en cuenta que es distinto. El choque con la realidad se ve multiplicado cuando Edward se da a conocer a sus vecinos, entrando en juego toda una serie de absurdos convencionalismos sociales que Edward es incapaz de entender. 

Podemos interpretar la fábula de "Eduardo" como una metáfora de nuestro encuentro con el otro. Edward aparece como el ser diferente que llega a un homogéneo y común vecindario para despertar en primer lugar la curiosidad, perfectamente plasmada en ese grupo de vecinas que se olvidan de todo durante horas, y hacen guardia frente a la casa de los Boggs para conseguir ver al nuevo inquilino, para dar paso a una creciente aversión y miedo a lo distinto.

Tim Burton realiza una crítica irónica, subterránea e incluso cariñosa de la sociedad tan hipócrita en que vivimos: todos quieren conocer al chico raro, pero cuando entienden que no va a adaptarse a su normalidad, le rechazan hasta el punto de condenarle por ello y perseguirlo. Sus manos, no dejan de ser un símbolo de eterna condena a la anormalidad y por ello, a la eterna soledad. Es triste ser percibido como algo muy diferente de lo que eres en tu interior.

Desde un punto de vista visual la película refleja dos universos antagónicos a través de los colores, enfrentando los categóricos blancos y negros de la mansión de la colina, con los tonos pastel de las casas simétricas e impersonales de Stepford Wives. Se constituye así una curiosa representación de la realidad y su reverso, representación que, como es habitual en Burton, no resulta nada inocente: el mundo “normal” es hipócrita, superficial y falto de coherencia frente a la sincera “anormalidad” del entorno de Edward.

Este decorado sirve para definir a los personajes: unas figuras-tipo plenamente superficiales y planas, sin dimensión psicológica, solo se nos muestran una serie de prototipos fácilmente identificables: la excesivamente amable Peg, su conformista marido, la fanática religiosa, la pendona, los niños pijos, la barbirizada Kim.... Algo muy habitual: unos a otros se clasifican sin piedad, se encasillan, incluso a sí mismos, y se niegan aspectos de la otra persona que se salgan de ese molde que nosotros mismos hemos creado.

Como en todo cuento, en “Eduardo” también encontramos una moraleja: La aventura de Edward en el pueblo no es más que un intento de maduración para una sociedad que aún no esta preparada para recibir a alguien que representa la inocencia y la ternura, un monstruo inacabado, tan tierno como la galleta que lleva por corazón.

Quizá suene raro el intentar aproximarse a un tema tan difícil como es el de la aceptación y el encuentro con el otro mediante un cuento, porque “Eduardo Manostijeras” es eso, “un cuento mágico, deliciosamente extraño”, pero muchas veces la fantasía, y los cuentos de hadas pueden hacernos ver las cosas con más claridad y matices que la propia realidad.

4 comentarios:

Mamen dijo...

Me ha gustado muchísimo esta entrada. La peli me encanta. Es una de las tantas favoritas de Tim Burton y a la que le tengo un especial cariño. Me parece un film entrañable. No sólo porque su historia me atrapó en su día. Es porque, Eduardo, a pesar de como es físicamente y tener por manos esas tijeras, es un hombre sensible, que lo pasa mal tras ver como es tratado y lo poco acostumbrado que está a recibir cariño, de otras personas. Sentirse un bichito raro, no es nada fácil.

Yo en parte me siento algo identificada con el personaje. Pues en mi juventud, no era muy aceptada por cierto círculo de personas y eso me dejó huella. Ahora, de adulta afortunadamente es otra cosa. Y puedo decir que soy feliz.

Me alegro mucho que hayas puesto esta historia. Creo que todo el mundo debería por lo menos, ver una vez en su vida, esta peli. Porque merece mucho la pena, así como también, el mensaje que lleva.



KOWALSKI dijo...

Gracias por tu comentario Eowin!!!! Me alegro de que compartamos pasión por Edward. Yo también me he sentido identificada con el personaje durante una etapa de mi vida, hasta que entendí y disfruté que ser diferente es casi siempre algo muy bueno.
Un beso!!!!!!

Mamen dijo...

Ya sabes que me gusta tu blog y comento encanta. Mira, ya tenemos otra cosa en común... lo de ser diferente. Porque la verdad, es que eso da un toque de distinción, como suelo decir yo! Y desde luego casi siempre es algo bueno.

Un beso!

Almu dijo...

También una de mis palis favoritas, con uno de mis actores favoritos y uno de mis directores favoritos.
Desde luego es una película para pensar y no quedarse en la superficie, con mucho trasfondo.
yo también creo que ser diferente es algo bueno, aunque a veces pienso que sería mucho más fácil no serlo