Descubriendo el cuerpo: Al principio de este periodo, el bebé se centra en el conocimiento de su propio cuerpo y aprende a aprovechar sus nuevas habilidades motoras. Abre y cierra las manos intentando agarrar un objeto, se agarra y chupa los pies o gira la cabeza voluntariamente de un lado a otro. Este interés por los movimientos de su cuerpo marca el inicio de su desarrollo cognitivo.
Descubriendo el entorno: Ahora que el bebé puede permanecer sentado, aunque sea con ayuda, su campo de visión se amplía y aumenta su interés por el entorno. Además, el desarrollo de la vista y del oído ha aumentado su capacidad de atención y retiene cada vez más información sobre lo que ocurre a su alrededor. El bebé es como una esponja que absorbe toda la información que recibe. Aproximadamente entre los 4-5 meses, el bebé descubre la relación causa-efecto. Comprueba que es el causante de determinadas cosas que ocurren a su alrededor bien por causas físicas o emocionales. Se da cuenta de que el sonajero suena si agita la mano y de que si llora sus padres acuden a su lado. Al recibir una respuesta favorable a una acción, el bebé la repite una y otra vez y comprueba que obtiene siempre el mismo resultado. Aprende de esa experiencia y la aplica a sus actividades futuras. Por eso el bebé tira los objetos que tiene a su alcance y espera que el adulto los recoja y se los vuelva a dar. La intención del niño no es molestar a sus padres con este juego, sino comprobar su influencia sobre el entorno. El bebé reacciona ante su imagen en el espejo. Reconoce a las personas que están con él y observa sus acciones atentamente. Si los padres acercan su cara a la del bebé, éste en su afán de exploración, les tira del pelo o les toca la cara con la mano. También comienza a mostrar su agrado o desagrado ante las personas y las cosas, cerrando por ejemplo la boca cuando se le da de comer algo que no le gusta. El bebé utiliza ya un variado repertorio de habilidades para llamar la atención de los adultos.
Se despierta su memoria: Entre los 6-7 meses, el bebé aprende que las cosas existen aunque no pueda verlas en determinados momentos. Antes, si los padres escondían un juguete, el bebé se olvidaba rápidamente de él. Sólo existía lo que veía en cada momento. A partir de ahora, el bebé es consciente de la permanencia de las cosas y disfruta jugando a encontrar objetos escondidos. De ahí que cuando los padres esconden algo debajo de una tela el bebé la levante para encontrarlo. Algunos bebés incluso llegan a buscar con insistencia un objeto que se les ha caído, pues no verlo ya no significa que no esté ahí. Además cuando los padres salen de la habitación el bebé sabe que volverán. Otro indicador de su naciente memoria es la reacción ante las personas extrañas. A los 6 meses, si el bebé está en brazos de su madre, observa con seriedad al recién llegado. Si éste se acerca demasiado o trata de cogerle, es probable que vuelva la cabeza o que se abrace a su madre. Dos o tres meses más tarde, el bebé reaccionará con mayor violencia, llorando y aferrándose a su madre o cuidador conocido. Esta reacción suele sorprender a los padres porque veían poco tiempo antes que el bebé parecía cariñoso y no se inmutaba e incluso, parecía feliz cuando otra persona le tomaba en brazos. Y en cambio al crecer muestra desagrado. Esta nueva reacción no indica que el bebé se haya vuelto "malo" o "antipático", es simplemente la señal de que la memoria del bebé es mejor: sabe quién pertenece o no a la familia.
¿CÓMO FAVORECER EL APRENDIZAJE?
El cerebro del bebé está preparado para el aprendizaje desde el mismo momento de nacer. Dispone de una amplia red de neuronas (las células nerviosas) que van madurando con rapidez. Por ese motivo, aumenta el tamaño de la cabeza del bebé. El aprendizaje más simple es el que se realiza por repetición. A fuerza de ver un mismo rostro, empieza a ser familiar. Cuando se repiten unas rutinas, el bebé descubre que una cosa sigue a otra: por ejemplo, que cuando llega su padre, van a tener juntos un rato de juego. Por eso el bebé repite sus juegos o sus movimientos una y otra vez. Otra forma de aprender es por ensayo y error. Es decir, que el bebé intenta alcanzar un objeto y no acierta las primeras veces, pero luego sí. Cuando tiene éxito, lo repite. Cuando fracasa siempre o el resultado es desagradable, posiblemente abandone el movimiento. Un impulso necesario para aprender es la curiosidad. Durante sus exploraciones, el bebé descubre aspectos importantes de sí mismo (su propio cuerpo, sus sensaciones, movimientos nuevos,...) y del mundo a su alrededor (la textura de los juguetes, su peso, el sonido que producen al caer, los distintos sabores, las reacciones de las personas,...).
Los padres pueden favorecer el aprendizaje de varios modos:
- Facilitando que el bebé tenga éxito en sus intentos. Por ejemplo, cuando él quiere reptar "hacia delante" para alcanzar un juguete y como aún no es "experto", se desliza "hacia atrás". Los padres, en lugar de darle el juguete simplemente, pueden proporcionar apoyo a sus pies para que pueda avanzar y coger el objeto por sí mismo.
- Reforzando lo que el bebé aprende. Se refuerza si se alaba, se sonríe o se repite lo que el bebé hace o dice.
- Alentándolo a probar nuevas experiencias. Estos tres procedimientos facilitan de forma positiva que el bebé aprenda cosas por sí mismo.
Por el contrario, estas son algunas intervenciones que los padres deben evitar, puesto que actúan de forma negativa sobre el desarrollo de la inteligencia del bebé:
- Impedirle que pruebe actividades. A veces los padres temen que el bebé pueda lastimarse, si lo intenta. Pero se le puede permitir probar vigilando si hubiera riesgos.
- Interrumpirle cuando está ensayándolas.
- No darle la oportunidad de probar (aunque fracase).
- Darle las cosas que pide inmediatamente (es mejor que intente alcanzarlas él).